Básicamente, porque la tos crónica es un problema. Da igual si la tos es por tabaquismo, por alergia, tos nerviosa o por alguna enfermedad crónica. Hacerlo de forma constante sin sujetar el suelo pélvico es un factor de riesgo para el deterioro de la zona.
Lo mismo pasa con los estornudos. Ambos pueden provocar una debilidad y fatiga de los músculos del periné. Si, además, esto se suma al hecho de tener una zona media débil (abdomen y espalda), habrá una peor gestión de estas presiones abdominales que se realizan al toser y estornudar.
Para proteger el suelo pélvico cuando aparece la tos o el estornudo hay que seguir un breve protocolo: lo primero, mantener una postura correcta, bien erguido –sin echarse hacia delante– para que no suponga una sobrecarga en la zona. Además, lo ideal es, antes de que salga el estornudo o comience el ataque de tos, se contraiga la zona cerrando los esfínteres y manteniendo la tensión.
Un último truco: cuando vayas a estornudar, gira la cara hacia un lado y no te encorves. De esa forma, tu cuerpo protege un poco más el suelo pélvico porque la fuerza se reparte.