Varios motivos, físicos y psicológicos, pueden originar un “gatillazo”: hay que identificarlos para establecer el tratamiento más adecuado:
-Causas psicológicas: sólo son “culpables” de la disfunción eréctil en uno de cada diez casos. En estas ocasiones, el pene no presenta alteraciones físicas: hablamos de problemas como la ansiedad (provocada, en muchos casos, por el miedo a no conseguir una erección), la depresión, las contrariedades con la pareja o el estrés.
-Causas vasculares: están entre los motivos más habituales de la disfunción eréctil. El pene no acumula la sangre necesaria para que se dé una erección, debido a factores como la diabetes, la hipertensión arterial, el colesterol, el sedentarismo, la obesidad y el consumo habitual de alcohol o tabaco. Debemos prestar mucha atención a estos síntomas, pues un estudio realizado por especialistas en urología y cardiología relaciona la disfunción eréctil de origen vascular con la probabilidad de sufrir un evento coronario (un infarto de miocardio, por ejemplo).
-Causas neurológicas: la transmisión de mensajes del cerebro al pene se interrumpe debido a una lesión en los nervios implicados en dicha transferencia. Esto puede estar originado por daños en la médula espinal, esclerosis múltiple o ciertas intervenciones quirúrgicas en la pelvis.
-Causas hormonales: son poco frecuentes; generalmente, se deben a una falta de hormonas sexuales masculinas.
-Causas farmacológicas: ciertos medicamentos (entre ellos, los que tratan la hipertensión, las enfermedades cardiacas y algunos trastornos psiquiátricos) pueden tener efectos secundarios que impliquen una disminución de la capacidad de tener una erección.