Este es otro de los aspectos más infravalorados en el cuidado del sistema inmune. Por ejemplo, practicar una buena higiene de manos puede contribuir en gran medida a evitar que enfermes por los gérmenes de otras personas o que tú mismo los transmitas. Se recomienda lavarse las manos con agua y jabón antes y después de preparar y comer alimentos, y después de cuidar enfermos, usar el baño, sonarse la nariz o curar una herida, por ejemplo.
Una buena alimentación, higiene y descanso son las claves para reforzar el sistema inmune, así evitarás ponerte enfermo por resfriados o virus. Un sistema inmunológico robusto mejorará tu calidad de vida, ¡para que sigas disfrutando de lo que más te gusta!