El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa que destruye las células cerebrales de forma lenta y progresiva. Es el tipo de demencia más frecuente, ya que afecta al 60-65 % de personas dementes. Recibe su nombre del neurólogo alemán Aloïs Alzheimer, quien en 1907 describió por primera vez los síntomas, así como las características neuropatológicas de la enfermedad, tales como placas amiloides y ovillos en el cerebro. La enfermedad de Alzheimer afecta a la memoria y a la función cognitiva, lo cual puede provocar confusión, cambios de humor y desorientación temporal y espacial. No es infecciosa ni contagiosa.
La enfermedad de Alzheimer se suele diagnosticar en personas mayores de 65 años de edad, aunque, con menos frecuencia, los primeros síntomas pueden producirse en personas mucho más jóvenes.
Los síntomas iniciales, como fallos de memoria y pérdida parcial de ciertas capacidades cognitivas, pueden pasar desapercibidos, tanto para la persona implicada como para sus seres queridos. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, los síntomas se vuelven más aparentes y pueden interferir en la vida cotidiana. Dificultades prácticas con actividades diarias como vestirse, asearse e ir al baño empeoran con el tiempo. Al final, una persona que sufre alzhéimer seguramente tendrá que depender de otras para realizar dichas tareas.
La enfermedad de Alzheimer causa un deterioro general de la salud y provoca la muerte. La causa más frecuente de fallecimiento es la neumonía, dado que, a medida que avanza la enfermedad, el sistema inmunitario se deteriora y suele producirse una pérdida de peso, lo cual aumenta el riesgo de sufrir infecciones de garganta y pulmones.
En la actualidad no existe cura conocida, pese a que la comunidad científica está realizando numerosos estudios en todo el mundo.